La más reciente publicidad de los
jugos Tropical está acompañada del eslogan “Tómese la vida”. El mensaje
transmite la idea de que dichas bebidas son saludables y por lo tanto contribuyen
a mejorar su calidad de vida.
Curiosamente, los más recientes
descubrimientos e informaciones en torno a los factores que inciden en la
creciente epidemia de obesidad que azota el planeta, coloca a las bebidas
azucaradas (gaseosas, jugos y refrescos envasados), como uno de los
principales factores que la promueven.
La nutricionista y autora Marion Nestle subraya la diferencia que existe entre las calorías provenientes de la
comida y aquellas contenidas en bebidas con un alto contenido de azúcar.
Estas últimas son calorías vacías
pues no contienen ningún tipo de nutrientes y su forma líquida hace que el
cuerpo las procese de forma distinta a las que provienen de alimentos sólidos.
El problema se agravó cuando la
industria alimenticia y de las bebidas comenzó a utilizar el jarabe de maíz de
alta fructuosa (JMAF) como sustituto del azúcar por ser este subproducto muchísimo más
barato, aunque también mucho más dañino para la salud.
El periodista Gary Taubes, de la
revista de The New York Times, en
un extenso artículo sobre los efectos nocivos del azúcar y el JMAF, cita los
resultados de amplias investigaciones conducidas por Robert Lustig, un experto en obesidad infantil de la Universidad
de California.
Para Lustig, estos ingredientes son sin más ni más,
tóxicos para el organismo y cataloga el JMAF como el “aditivo más demoniaco
conocido hasta ahora”.
El problema se agrava si además del
daño que provoca el exceso de azúcar y su sustituto, el jarabe de maíz de alta
fructosa (JMAF), le agregamos su característica adictiva.
Desde la década de los ochenta el
JMAF ya había reemplazado al azúcar en las bebidas gaseosas. Más dulce, más
barato y más adictivo: la fórmula perfecta para los industriales, no así para
el consumidor.
La fructosa no sólo se convierte
fácilmente en grasa en el cuerpo, sino que también suprime la función de la
leptina, una hormona vital encargada de regular el hambre y el apetito y la
cual deja de funcionar cuando el hígado
se carga de azúcar.
Por eso es común que comamos
grandes cantidades de alimentos y bebidas azucaradas sin experimentar sensación
de llenura, lo que hace que comamos y bebamos más de la cuenta. “…Un círculo
vicioso de consumo, enfermedad y adicción", en palabras del doctor Robert
Lustig, profesor de endocrinología de la Universidad de California, en San
Francisco, citado en un artículo de la BBC.
Para rematar, la industria de las
bebidas invierte millones de dólares en publicidad y mercadeo para asociar sus
marcas con conceptos de felicidad, disfrute y calidad de vida.

Con 500 millones de personas obesas
en el mundo y tres millones de muertes cada año relacionadas con esta
condición, hay razón para preocuparse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario