
A
los problemas más comunes señalados en la anterior entrada se agregan los de recientes investigaciones que ligan el consumo de gaseosas con problemas
cardíacos y del hígado, pérdida de masa muscular e incluso con el
riesgo de sufrir de osteoporosis. Esto sucede porque los refrescos de
cola contienen fosfatos o ácido fosfórico, ingrediente que
contribuye con su sabor y aumenta su duración.
Las
caries dentales son otros de los males que se aceleran con el consumo
de gaseosas por una razón obvia: la gran cantidad de azúcar que
contienen. A esto se suma un tóxico encontrado en las latas de
aluminio utilizadas para vender estos refrescos. Se trata de un tipo
de resina llamada bisphenol A (BPA), usada para evitar que los ácidos
del refresco reaccionen con el metal. Lo malo es que el BPA también
interfiere con las hormonas y se relaciona con infertilidad, obesidad
y tipos de cáncer reproductivo.
Prácticas
cuestionables
Coca
Cola ha enfrentado fuertes
campañas en su contra por contaminación de aguas. Su fábrica
embotelladora de Mehdiganj, una pequeña localidad a 35 kilómetros
de la ciudad de Varanasi, sobre el río Ganges, fue acusada de
sobreexplotar el agua subterránea y de contaminarla con metales
pesados tóxicos tales como plomo, cadmio y cromo.
La
campaña exigió el cierre de la planta como ya había ocurrido en el
2004 con la fábrica de Coca-Cola en Plachimada, del meridional
estado de Kerala, por agotar el agua dulce y contaminarla.
Como
si esto fuera poco, un documental canadiense, dirigido por Carmen
García y Germán Gutiérrez, puso el dedo en la llaga sobre los
abusos que se cometen en Colombia en contra de los sindicalistas. En
ese país han muerto unos 4,ooo agremiados en los últimos 30 años,
amparados según los denunciantes en las prácticas de las
corporaciones multinacionales como Coca-Cola.
The
Coca-Cola Case (El caso Coca-Cola) es parte de una campaña
denominada Coca Asesina
(Killer-Coke), con base en los Estados Unidos y causó tanto revuelo
en las oficinas centrales de Coca-Cola que se intentó, sin éxito,
prohibir su estreno.
Como
un efecto directo de la campaña y el documental, se calcula que al
menos unas 200 universidades en los EE.UU., y otras más en Europa,
han hecho eco de su propia campaña y además han prohibido la
Coca-Cola en sus campus.

De
momento, una cosa es cierta: en la fábrica de la "felicidad" les sobran
las razones para estar preocupados.
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