lunes, 19 de septiembre de 2011

El mundo según Walmart

Conozca por dentro el "súper inteligente" del Museo de los Niños y Walmart. Un vídeo de La Letra Menuda en defensa de los derechos de la niñez costarricense con copia al PANI, la Defensoría del Consumidor y la Defensoría de los Habitantes. Compártalo con sus contactos. 


lunes, 5 de septiembre de 2011

De por qué Walmart quiere "educar" a la niñez

Foto suministrada por Prensa del Museo de los Niños*
Un antiguo y famoso memorando de la industria tabacalera llevaba el curioso nombre de “impresión de marca para futura actuación en la vida”. La teoría indicaba que si los niños jugaban con réplicas de cigarrillos, generalmente hechos de chocolate, y que se vendían en cajetillas con idéntica apariencia a la marca verdadera, al llegar a la adultez las personas buscarían -de forma inconsciente- esa misma marca. 

James McNeal, profesor de marketing en Texas A&M University lo explica de la siguiente manera: “Si se les trata adecuadamente, los niños pueden contribuir mucho al éxito futuro de una empresa cuando alcancen el período de mayor compra como adultos”.  

Lo anterior explica cómo una sala del Museo de los Niños, que nació con el presunto fin de educar a la niñez en materia de ahorro y gasto inteligente, terminó siendo patrocinada por cadenas de supermercados. 

La reciente incursión de Walmart como "co-educador" de la niñez en materia de consumo es como poner a un pedófilo a dar clases en un kinder. 

Según explicaciones brindadas por el departamento de prensa y mercadeo del Museo, el concepto de este espacio fue desarrollado por los profesionales del departamento de Museografía; un equipo interdisciplinario de amplia experiencia en la creación de las 40 salas  del museo de los niños, “encargados de velar siempre porque prive lo educativo sobre lo comercial”. 

La pregunta es: ¿puede privar lo educativo sobre lo comercial cuando una empresa paga una tarifa mensual con el fin impregnar su marca en la mente de los niños para convertirlos en futuros consumidores de sus supermercados? ¿Le interesa a Walmart, o a cualquier otro negocio de ventas de productos que la gente aprenda a consumir solo lo que necesitan cuando en realidad su riqueza se basa en lo contrario?   

Esta táctica de impregnar una marca en la frágil mente de los niños se utiliza cada vez más. McDonald’s es una empresa líder en este afán de seducir a los niños, no con su menú de comidas grasosas y poco nutritivas, sino con fiestas de cumpleaños, juguetes, Playlands, la “cajita feliz”, el payaso y otros simpáticos personajes que desarrollan en los niños un fuerte vínculo emocional con la marca. 

Cuando estos pequeños se conviertan en papá y mamá, muy probablemente llevarán a sus hijos a ese mismo lugar para revivir las experiencias gratificantes de la niñez. Así se gesta el sueño dorado de todo comerciante:  amasar clientes incondicionales de la cuna, a la tumba.

Foto suministrada por Prensa del Museo de los Niños*
Walmart lo sabe. En el departamento de mercadeo del Museo de los Niños también lo saben.  Ellos no pueden alegar desconocer un principio básico de los patrocinios: no existe un aporte de una empresa privada a una noble causa sin que exista un interés comercial, pues precisamente el patrocinio y el llamado “marketing de causas nobles” es utilizado para alcanzar objetivos comerciales. Así que nada de almuerzo gratis. 

El argumento de que “los niños juegan y aprenden a utilizar su dinero de una manera inteligente” es tan falso como irracional. La psicología básica nos explica que los niños poseen conceptos rudimentarios del yo, del tiempo y del dinero. Ellos entienden muy poco de sus deseos, necesidades y de sus preferencias y mucho menos de cómo utilizar racionalmente los recursos económicos para satisfacerlos. 

Si la teoría de Freud no le convence, vayamos a la ciencia.  A los 7 años de edad el cerebro de los niños todavía está estructurado únicamente para albergar fantasías y para jugar, razón por la cual desde1995 la Academia Estadounidense de Pediatría declaró que “la publicidad dirigida a los niños es intrínsecamente engañosa y explota a los menores de edad”.  ¿Alguien dijo PANI?

Tampoco podemos salvar la responsabilidad de los padres. No es posible que sean los progenitores quienes lleven a sus hijos a un lugar en donde los ponen a "jugar" de entusiastas consumidores que van por los pasillos colocando productos en los carritos y que luego pagan alegremente con dinero plástico. 

Digámoslo con claridad. La creación de un supermercado para enseñar a los niños a consumir de manera inteligente, equivale a crear una cantina de juguete para enseñarlos a beber con moderación cuando sean adultos. 

Si el Museo de los Niños desea ayudar a los pequeños a defenderse de la avasalladora cultura del consumo, puede empezar por declarar el museo “libre de intereses comerciales” y buscar apoyo en instituciones afines con ese propósito, como la Defensoría del Consumidor. 

A un museo se va a respirar un aire distinto. Se va a aprender de arte y cultura, no a meter a los chiquillos a un supermercado de mentirillas para convertirlos cuanto antes en clientes de verdad.   

*Este artículo es una adaptación del artículo publicado por La Letra Menuda en noviembre del 2008, en relación con este mismo tema. La respuesta del Museo y las fotografías publicadas formaron parte del material suministrado por el departamento de mercadeo y prensa del Museo de los Niños.